El año pasado, en esta época, me invadía una nostalgia de esas que los portugueses llaman
Saudade. La lejanía había convertido lo familiar en ajeno. Maracaibo se había convertido en lo que temía que fuese, una ciudad más. Tiempo me tomó para entender que no era el espacio si no la gente, las almas dentro de aquel lugar lo que recreaba aquel recuerdo eterno. Hoy, la
saudade vuelve con motivos menos geográficos. No puedo cambiar lo que es ahora Maracaibo. Tampoco puedo cambiar el inevitable destino de la distancia de él inmigrante. Hoy, por primera vez en siete años quiero estar genuinamente allá. Pero no en la Maracaibo idealizada del sol amada, de la basílica iluminada, del lago con los más bellos atardeceres. Hoy quiero estar pasando calor sentada en el erótico sofá de cuero verde, acariciando el cabello plateado de la hija del perro más rabioso del mundo, comiendo arepa con carne mechada y queso de mano, escuchando a la detestable Taylor Swift, oliendo el aroma de las velas de colores y el popurrí esparcido por la sala y el baño de visitas, hablando nimiedades con las únicas tres personas que no nos cansamos de estar juntas, acompañándonos, acompañándola.
Hoy Maracaibo es la caminata con Rubi Elena en la mañana a las afueras de Agua de Canto, el cigarrillo en el patio de terracota, las llaves dejadas en el borde de la ventana para no perderlas, la corneta perfectamente rítmica a las afueras de la casa de porton de cuadros blanco (pipipipipi-pi-pi).
Chao "cuerpo", aquí estaremos con tu flaca, siempre.
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AnaC, Isabel, AnaP y Andrea - 2013 |
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Isabel y AnaP - 1998 |
iTunes Plays: Ay! Carmela -Joaquín Sabina
AnaPé says: nos hace falta la casa de Capri, donde podamos pasar estos momentos tomando vino, comiendo olivas y recogiendo limones.